Foto de Laura Sussini |
Domingo, sale el sol,
tras tardes y noches húmedas en este julio porteño. Argentina, casi es campeón
mundial. 1978, la gloria del 86 arrebatada por el referí a favor de Bayer, de
Chevron, de Monsanto y de Mercedes Benz en el 90…
Millares de cuerpos enfilan
hacia el centro, festejando a los cebollitas sub campeón. ¿Por qué tengo que
estar vestido con esos colores, porque tener en mis manos la bandera?
Llego a avenida de Mayo,
camino largo desde La Boca tantos cuerpos juntos arrastran al mío hasta ese
monumento a la pija –o sea a la nada- que le llaman Obelisco.
¿Por qué tengo que saltar
si no soy ni alemán ni de Brasil, ni ingles? La bandera, dios, mi culo. ¡Dejame
llegar a mi casa! No me empujes. Sigo caminando de todas formas a pesar de eso
que llaman “multitud” por Avenida Corrientes porque la SUBE controladora no
funciona sin dinero. Quiero fumarme un cigarrillo, quiero llegar a mi cama. Es
domingo, no me jodan.
“Ponete esta campera
arriba de la otra. Si de una, así pareces más gordo. Dalee, pone cara de malo”,
me decís riéndote conmigo, salió a la puerta a despedirme. A veces me irrita,
mi Reina amiga, y sin embargo, ¡esa campera! no cedió nunca ante el facaso. Me
la desprendo en el forcejeo se me cae y salgo corriendo. No soy ningún cagon,
si lo fuese me quedo a pelear en desventaja y caería sin vida ahí mismo. Eso sería
ser cagon. Yo aún tengo muchos fracasos y victorias que vivir en este planeta.
Forrxs, hijxs de mil yutas. ¿Quién les da derecho a pensar que pueden hacer
eso?, pienso, mientras me siento 100 metros mas adelante a fumar y veo a una
mama con su nena llorando porque les habían robado la cartera y el celular.
¡Incidentes en el Obelisco! TN transmite en
vivo el alboroto organizado por el gobierno para que se pudra. Mientras me
salvo del facaso, me encuentro un vino de primera marca y la nena llora con su
mama, muchos, miles de cuerpos comevidrios se hacen los distraídos.
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