A
Lucho no le gustaba jugar a los soldaditos, al contrario, siempre prefirió
esconderse o correr a andar con sus juguetitos; tan así, que sus padres, para
que no use las témperas de la hermana ni el costurero de mamá, le llenaban el
cuarto de camioncitos y autitos DURAVIT queriendo extorsionar al pequeño.
No hacía mucho que nos conocíamos y en una de nuestras salidas, me contaba de las
peleas con Mirta, su hermana. Ya no soportaba vivir con sus padres. “Necesito espacio Joakito, me siento
ahogado”. Lucho ya no es un niño y
las peleas con Mirta, ya no son por las témperas, ahora se peleaban por los
novios.
Nos conocimos en Plaza Congreso, yo me
estaba fumando unas secas. El estaba con Popis, mi amiga travesti que se acerco
a pedirme un papel para armarse un faso. Yo fumo en pipa, así que Popis le hizo señas a Lucho que estaba enfrente
sobre la vereda del banco, para sentarse a fumar conmigo.
Lucho siempre se ríe cuando lo tratan de
marica. “ A mi me gustan las chicas, es
más estoy enamorado de Karina Jelinek” gritaba en medio de nuestros
carcajadas.
Y era cierto; Lucho no era gay, era solo un
diseñador de ropa reprimido por sus padres que querían que fuese Doctor. Solo
por ser hombre, si era nena, maestra o Profesora de filosofía, o cuidar a sus
chicos y quedarse en la casa como la Tía Norma , la mujer del General, que les había
hecho las gestiones para adoptar al pequeño Luis.
Sofía vivía a la vuelta del Container, donde
yo ranchaba. Un año nuevo me invito a su fiesta de disfraces y por no ir solo
le dije a Lucho que me acompañe. Lucho se disfrazo de Karina Jeliknek. A pesar
de las gastadas el estaba contento con ponerse la ropa de su autoría. Sofía al
verlo entrar no pudo ni saludarnos. Un rayo atravesaba su cuerpo y sus ojos se
quedaron sobre Lucho como viendo un fantasma.
“Ey, Sofi, ¿que te pasa? Le pregunte.,“eee,
no nada, todo bien Joakito la flashe con mi vieja. Estoy medio borracha ya.
Pasen, feliz año nuevo”
Pasaron días que no lo veía a Lucho hasta
que caminando por Avenida de Mayo me lo cruce. Estaba andrajoso y muy golpeado.
El padre lo había fajado cuando le dijo que no quería ser médico sino
diseñador.
Las cosas para mí tampoco estaban del todo
bien en Buenos Aires, así que lo invite a tomar un café. Llamando a todos mis
contactos del celular en busca de albergue, Sofía atendió gustosa y nos
esperaba sobre el Obelisco.
Sofía era una buena mina. No solamente
hermosa, era realmente una buena mina, de esas minas militantes. Había recuperado su identidad
hacia unos años ya que sus padres habían sido desaparecidos, y a ella la salvo
una pobre monjita del Barrio Macarone.
Su hermano menor no tuvo la misma suerte que ella.
Al año nuevo siguiente, no se quien ni
porque motivo saco el tema de los padres de Sofía en la Cena. Quizás por el alcohol, tal vez por las sustancias
pero se me escapo preguntarle a Lucho sobre sus padres biológicos, y el dijo
que sus padres nunca hablaban de eso, salvo su hermana cuando se peleaban entre
ellos que decía “Cállate vos Hijo de
terroristas”- Esa noche Sofía
recordó la Fiesta
de Año Nuevo anterior y el porque de su
asombro. “Lucho, vos no serás mi hermano
¿!no?!...


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