Los festejos de carnavales son de los mas antiguos de la humanidad que persisten hasta el presente, estos festejos van desde las antiguas leyendas del dios Momo expulsado del Olimpo por sus burlas hacia lo establecido, pasando por los incontrolables festejos en la Edad Media y sus ataques a los monarcas.
El carnaval tiene sus distintas versiones y tradiciones adaptadas a sus poblaciones originarias y también inmigrantes. En distintas partes del planeta también atraviesa distintas resignificaciones siendo cooptada de manera mercantil, para hacer turismo "cosificando" a mujeres y hombres mostrándolos con poca ropa.
La historia nos muestra que el carnaval en nuestros pagos poco tiene que ver con los anunciados carnavales donde vemos mujeres casi en bolas y emplumadas al lado de grandes carruajes. El carnaval -los festejos de carnaval- siempre estuvieron asociados al candombe, a la murga (ya sea porteña o uruguaya) y a tradiciones heredadas tanto de la población negra como también de la europea, incluso en algunas regiones del país tiene contenidos de las tradiciones indigenistas.
El carnaval en su festejo tiene componentes de denuncia, fundamentalmente expresado en el baile. En la murga por ejemplo, los pasos emulan el andar encadenado de los esclavos, el llamado paso de "los tres saltos" es por los 30 latigazos, un castigo muy común entre los esclavos, el intento de sacarse las cadenas, y la matanza, el momento de mayor liberación, todos esto es recreado en el baile murguero, el maquillaje y las máscaras se inventaron con el carnaval para poder criticar a los poderosos sin ser reconocidos y evitar posteriores castigos. Estas fueron algunas de las condiciones que llevaron a que el carnaval se prohíba durante el gobierno de Juan Manuel de Rosas. En 1854 con la caída de Rosas la prohibición se levanta y volvieron los festejos aunque totalmente reglamentados, y durante mucho tiempo se realizaron bailes públicos en diversos lugares, aunque con el permiso previo de la policía. Esta situación de reglamentar los bailes estuvo presente durante todo el siglo XX, llegando hasta nuevamente la prohibición definitiva del feriado y de los festejos de carnaval. Esta situación se dio en la última dictadura militar mediante el decreto 21329/76, situación que se mantuvo -la de prohibir el feriado- hasta que la Cristina Fernandez de Kirchner en su segunda presidencia, en el año 2011 legalizó los carnavales.
La prohibición dictatorial no significó la muerte del carnaval aunque generó distancia entre las murgas con las comparsas, esto llevó a que se le dé mayor importancia al desfile y al baile que a lo escénico y al canto (lugares donde se expresa la resistencia y la burla al poderoso).
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